Fairy Oak

Fairy Oak

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Deadly sins (VII)


Avaricia/Avarice


Cuando me hube recuperado de mí misma, volví a abrir los ojos y me levanté.
No iba a permitir que perteneciera a otra persona.
Voy a coger lo que me corresponde.
El Mundo es para mí, me dije. No podía ser de otra manera.
Tomé una capa larga y envolví mi cuerpo desnudo con ella. No permitiré que nadie se apoderé de lo que es mío. Necesitan que yo posea eso que les corrompe, entonces no volverán a matarse entre ellos. En el fondo, les hago un favor.
Di la espalda al maravilloso espejo y al cómodo diván.
Ignoré las mesas de maravillosa comida y bebida.
En mi cabeza solo existía una palabra: “Poseer” y con esa idea, me di media vuelta y con expresión decidida, abandoné aquella corrupta habitación, tan solo cargada de falsas virtudes y mortales pecados capitales.


Deadly sins (VI)


Lujuria/Lust


Tumbada entre mis blandos almohadones, con el estómago satisfecho y más adormilada que nunca; me sentía de maravilla.
Dejé que mis manos recorrieran mi pecho y mi vientre acariciándolos perezosamente y ronroneé como una gata satisfecha.
Por un momento, allí recostada y tranquila, me permití volver a pensar en ella.
Sus cabellos rubios. Su piel de terciopelo, tan suave y cálida. Nuestros cuerpos abrazándose, notando su aliento en mi cuello. Abrí los ojos y suspiré profundamente.
Volví a cerrarlos. Intentando apaciguar la respiración que empezaba a agitarse con su recuerdo, seguí acariciando mi propia piel pero en mi mente aún había un atisbo de sus senos, que me acosaban en sueños.
Mis dedos me hacían cosquillas bajo mi vientre y después se perdieron en un baile entre las piernas que ya no había manera de controlar.
Mis caderas se columpiaban al mismo compás y mi espalda se arqueaba en espasmos sin que me diera cuenta. Jadeaba sin poder evitarlo.
Ya no sabía ni cuál era mi nombre pero no cesaba de pensar en ella que en mi imaginación me deseaba tanto como yo a ella.
Mi cuerpo nadaba en sus propios efluvios. Moriría por escuchar sus gemidos pero ahora solo oía los míos propios.
El resto del Mundo nada importaba.


Deadly sins (V)


Gula/Gluttonny


Me recliné de nuevo y suspiré. Intenté relajarme pero no podía.
Observé que juntos a los divanes, unas mesitas de café estaban bien dispuestas con todo tipos de manjares y una jarra de vino exquisito como el que no cualquiera se podía permitir.
No tenía hambre y jamás me ha gustado lo dulce pero aquellos pasteles y golosinas parecían demasiado apetitosos como para despreciarlos así que resolví tomarlos y probar un poco de cada cosa. Los sabores y las texturas deshaciéndose y mezclándose en mi paladar… una de las sensaciones más deliciosas que nunca hubiera apreciado y no podía ni quería parar…
Aquello solo podía mejorar con algo que me refrescara las ascuas del fuego que me había ardido recientemente por dentro de forma que, aunque nunca me hubiera atrevido a probarlo, me acerqué la jarra de rosado vidrio, despreciando las copas por su miserable tamaño, y tomándola con ambas manos me la llevé a los labios y los empapé de líquido rojizo y espeso.
Si bien su sabor era algo fuerte y pesado, era a la vez exótico y nuevo para mí así que continué bebiendo dejando que sus efluvios adormilaran y confundiesen mi mente y mi cuerpo…


martes, 20 de noviembre de 2012

Deadly sins (IV)



Envidia/Envy

¿Por qué veían en ella lo que no existía? ¿Qué tenía ella que yo no?
Nada. Solo un pico de oro, la muy engreída.
Pero sus rizos sedosos podían hacer perder la cabeza al más pintado.
Por qué no había yo de tener una belleza tan turbadora como la suya lo era. Ni siquiera era la mitad de inteligente que yo.
Y sin embargo, oh, sin embargo su encanto natural, unido a su fragilidad espiritual que le concedía un aspecto de ninfa… Y todos la deseaban solo con mirarla.
¿Acaso se cree tan buena que no puede conformarse con no restregárnoslo a los demás por la cara? Si tan solo mis modales y mi reputación fueran mínimamente parecidos a los suyos… Sin duda yo me merezco mucho más las atenciones que ella recibe. Ni siquiera aprecia lo que tiene.



Deadly sins (III)

Esta entrada está dividida en 7 partes en total. Puedes leerlas juntas o por separado. Debido a la condición de orden cronológico del blog, la primera resultará la última y la última la primera pero puedes leerlas como prefieras.


Ira/Wrath
Entonces una idea y un rostro cruzaron mi mente rápidos como un rayo y me golpearon en el pecho.
No iba a permitir que ella estropeara nada. Ella, con sus bucles rubios y su aspecto angelical…
Maldita condenada zorra. Su voz celeste de campanillas que a todos complacía y agradaba resonaba en mi cabeza y cortaba mi mente como cuchillos afilados y el recuerdo de su mirada azul e inocente me provocaba ganas de vomitar.
Solo yo era capaz de ver la arpía que se ocultaba bajo su antifaz de virtud y buenos sentimientos.
La sangre me latía golpeándome las sienes y mis manos se cerraban solas buscando algo que golpear.
Su hermoso rostro, que se burlaba de mí y pretendía que lo amase como los otros hacían.
Estúpida. Mi respiración se aceleraba por momentos y sentía mi rostro enrojeciendo de ira.




Deadly sins (II)

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Pereza/Sloth
Me recliné y  me extendí en mi cómodo diván. Tenía el Mundo al alcance de mi mano. Lo tenía todo. Allí tumbada, recostada, sin nada de qué preocuparme… Y otros requerían de mis favores y de mi inteligencia pero… no iba a atenderlos ahora, podían arreglarse sin mí por el momento.
Solo deseaba permanecer así… descansando… relajada… durante todo el tiempo que fuera necesario… y nada ni nadie iba a molestarme ni a hacerme levantarme nunca… nunca más…
Y no necesitaba nada, solo dormir, tan solo perderme entre cojines, almohadones, el calor de mi propio cuerpo me envolvía y me encerraba en una burbuja de comodidad y satisfacción que me complacía y me escondía de todo y todos; no deseaba salir de allí jamás….
Y la Vida pasaba igual sin que yo me inmutara…



Deadly sins.


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Vanidad/ Vanity

Observé aquel enorme espejo hecho a mi misma medida. Su marco onarmentado de madera lacada en puro oro enmarcaba en realidad mi propia figura y mi persona y ahí residía su atractivo.
La belleza de la obra de arte barroco en nada se podía comparar a la mía propia, la de mi cuerpo desnudo, frágil y delicado.
Observando mi propio reflejo me permití olvidarme del Mundo por unos instantes.
Cuán hermosa era. Yo compadecía al resto que no podría jamás estar a mi altura. ¿Los compadecía? En realidad no. Solo deseaba que todos me contemplaran y me alabasen también.
No necesito ejercicios de modestia. Esos son para los débiles de espíritu. Solo necesito que me adoréis como yo me adoro.
Realmente mi belleza es algo a envidiar y he de reconocer que mi inteligencia no se hace quedar atrás, sino que equilibra todo lo demás.