Fairy Oak

Fairy Oak

domingo, 30 de junio de 2013

Camino a la primavera



Amaneció una mañana de mayo,
Amanecí con ganas de cantar.

Recuerdo una vez que vi
una muchacha joven
bajando la carretera
que une la primavera
y el verano.
Recuerdo que llevaba el pelo largo
demasiado enredado para ser juzgado.
Recuerdo que tenía
labios de lagarto
piel de fresa
 nariz de piel de melocotón.
Recuerdo que sonreía.
Recuerdo,
no me hagáis mucho caso,
que iba descalza,
con los pies llenos de barro
y heridas.
Recuerdo que,
cuando soplaba el viento,
cerrando los ojos,
sonreía entre sus cabellos alborotados.
Recuerdo que cuando el sol
llegó a su punto más alto,
miró a su sombra y vio que era
más corta que nunca
y esto le hizo mucha gracia.
Que oyó el canto de los pájaros
sin saber de dónde procedía,
Que escuchó grillos
y también sus propias pisadas
Aunque no iba contando sus pasos.
Su piel en la espalda se tornaba roja
pues Helios la estaba abrasando
aunque ella no se dio ni cuenta ese día.
Y cuando el firmamento se veía ya naranja
y violeta,
Y cuando la brisa se hizo más fría
entre  los campos,
se acercó a un riachuelo
y se sentó un rato a descansar.
Y permaneció allí,
entre la hierba alta,
escuchando a las aguas cantar.
Y observó como la corriente también bajaba
siguiendo su mismo destino
y sintió un escalofrío
pues había algo de viento
y se entristeció un momento.
Entonces a su cabeza
vio aparecer un manto negro
de terciopelo y prendidas
miles de alfileres blancas.
Y apartó la vista del cielo
Así como del riachuelo
Se levantó pesadamente
y siguió con su camino ligera,
bajando la carretera que une
el verano y la primavera;
silbando a ratos
Como las aves que emigran
buscando el calor.
Y quién sabe cuánto más
continuará caminando.

Eso es lo que recuerdo.
Si la memoria no me falla…