Fairy Oak

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martes, 22 de julio de 2014

La loca

En el fondo de un callejón, entre cubos de basura,
habita desde hace mucho una mujer sola.
Por las mañanas ríe, por las tardes llora,
los vecinos que allí viven suelen llamarla 'la loca'.

Cuando pasan perros o gatos, la loca charla con ellos.
Si pasan personas, les mira con odio y no abre la boca.
A veces, de madrugada, la loca habla sola.
En ocasiones, ella misma se pregunta y se contesta.

Una vez, alguien intentó dar monedas a la loca.
Ella decidió utilizarlas para apedrear a los coches.
Otra vez, alguien intentó llevarla a un centro para indigentes.
Ella replicó que su deber era cuidar a los cubos de basura.

Otra vez, la loca entró en un bar del callejón.
Se sentó tras la barra y pidió un vaso de agua.
Lo bebió de dos tragos. Luego se cayó redonda en el suelo.
El dueño del local la sacó a patadas del establecimiento.

Un otoño, una mendiga se enamoró de la loca.
Una tarde, con una guitarra rota, le compuso una canción.
Otra tarde, le regaló un ramo de flores.
La loca se comió los pétalos y no hizo nada más al respecto.

Ese mismo invierno, la loca apareció muerta.
En mitad de la noche, una figura encapuchada
había atacado bajo el manto del silencio.

A la loca le arrancaron la ropa. 
Después le asestaron siete puñaladas.
Una en cada ojo, una en el cuello,
otra en el vientre, tres en el pecho.
Le cortaron también varios cabellos.

En el funeral de la loca, nadie lloró.
No hubo asistentes, ni discursos,
no hubo perros ni gatos, ni mendigos, ni cubos.
En el funeral de la loca no hubo tumba, ni recuerdos.
No hubo funeral, ni tampoco cementerio.


A todas aquellas personas que están locas sin saberlo.